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Notas
CRÓNICA EXCLUSIVA

Homenaje al cantor del pueblo


31/01/2012

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RECORDAR


Tras pasar por el Festival de Cosquín, en la sala porteña del SHA  la emblemática agrupación chilena Quilapayún rindió tributo el miércoles 25 de enero desde las 21:30 al cantautor Víctor Jara, el poeta cantor que dedicó su obra a los trabajadores.  También, repasaron sus canciones más conocidas de sus 45 años de trayectoria y adelantaron las nuevas para consolidar el siempre contundente apoyo del público argentino.

A teatro repleto, Quilapayún  –en idioma Mapuche quila=tres, payún=barbas - arrancó puntual con "Plegaria a un labrador" e inició el recorrido que dio cuenta durante dos horas de la rica y variada historia musical del cantautor y del mismo grupo, alimentada en lo estilístico por su prolongado exilio y las influencias musicales adquiridas en los países que los recibieron en Europa y Centroamérica. El espectáculo ya fue presentado con gran éxito en diversas ciudades de Chile y tuvo su bautismo en el viejo continente en el teatro Châtelet de París en septiembre de 2009.

"Conocimos a Víctor en una peña en Valparaíso donde le propusimos que sea nuestro director.  Por suerte aceptó.  Está es una de las canciones que compuso especialmente para ser cantada por nosotros", era el prólogo para dar lugar a "La canción del minero", tema que provocó que alguien de su público (repartido entre maduros ex militantes y jóvenes seguramente militantes) gritara: “Famatina no se toca".

Continuaron con "Paloma quiero contarte",  y el coro de los asistentes en la sala renació con “Te recuero Amanda”; luego llegó "La cocinerita", "Hermida de la Victoria" y "Manifiesto". Los Quila recordaron: "cuando nos enteramos de su  muerte estábamos en Francia, fue un dolor muy grande". Después, sonó  "Con el alma llena de bandera".

Uno de los momentos más altos del recital se vivió en la previa de "El aparecido" porque contaron que "él la escribió para un argentino legendario en todo el mundo... el Che Guevara". Así, ovacionados, cerraban la primera parte del show.

Tras un breve intervalo, otra vez en escena (Eduardo Carrasco Pirard, autor y compositor, Carlos Quezada Salas, tenor y percusionista, Luis Hernán Gómez Larenas, barítono bajo y guitarrista, Luis Hugo Lagos Vásquez, barítono tenor, Ricardo Elías Venegas Carhart, guitarrista y barítono tenor, Rubén Escudero Pinto, Ismael Oddo Mendez, barítono tenor, Sebastián Quezada Pérez, percusionista, Fernando Carrasco, compositor y Ricardo “Caito” Venegas Santander, barítono tenor y bajo electro acústico) prosiguieron con muchas de las canciones que forman parte de su amplio camino: mezcla de las típicas raíces andinas, jazz en pizcas y síncopas afrocaribeñas que, licuados así, dan un resultado moderno y ancestral. 

Tocaron "Miren como se ríen" (Violeta Parra) "Vamos mujer", "Tío Caimán", "Donde está la que quiero", "Juana la cubana" y  "Todo tiene que ver".

Al rato llegó "Mi patria" y sobre el final, con todo el teatro de pie, "La muralla" ese clásico del grupo chileno (irresistible fue ceder a la pura nostalgia).

Para el bis, como el público seguía reclamando a los gritos, arremetieron con esa pieza de colección como “La batea”, una canción creada durante y para la campaña de la Unidad Popular que llevó en 1970 a Salvador Allende a la presidencia de Chile y convertida en himno de la izquierda latinoamericana. El canto de “El pueblo unido jamás será vencido” no se hizo esperar.

La agrupación terminó con la misma calidez con que fueron recibidos y así demostró porque hoy es una de las embajadoras de la música popular de su país que se identifica con los cambios sociales que necesita nuestro continente.


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