}
Pedro Aznar empezó a cerrar el 2011 el 3, 9, 10 y 20 (agregada a pedido del público) de diciembre a las 21.30 en el ND Ateneo con su banda (Hernán Jacinto en teclados y voz, Julián Semprini en batería, Coqui Rodríguez en guitarras y Alejandro Oliva en percusión) donde recorrió su trayectoria y adelantó temas que serán incluidos en un álbum que saldría a la venta el año entrante.
El ex Serú Girán irrumpió en el escenario con la fuerza y prolijidad que lo caracterizan para dar comienzo a un repertorio de casi dos horas de espectáculo con un set poderoso y bien arriba, siempre cantando entre sonrisas (“Mientes”, “Ella se perdió”, “Cucamonga Dance”, “Diana”; del disco Tango Aznar-García).
Luego de un estallido de aplausos y aclamación (que se mantuvieron hasta el final del concierto), siguió con “Nocturno suburbano” y “Décimas” (de la chilena Elizabeth Morris y que, además, fue lo más cercano que tocó en la noche a la raíz folklórica latinoamericana) donde mostró que su bajo lleva una indeleble y refinada marca de corte jazzero que este año le permitieron quedarse con el premio Gardel en las ternas como Artista de canción testimonial y de autor, y por la Ingeniería de grabación por su anterior material “A solas con el mundo”, editado el año pasado, en el que recoge diez canciones de otros autores (editado en vivo, tras presentaciones en Buenos Aires) como Joni Mitchell, Cazuza y Bob Telson, Violeta Parra, Andrés Calamaro, George Harrison, el Cuchi Leguizamón o el cubano Juan Carlos Pérez.
“Me tomé seis meses en un lugar tranquilo, necesitaba estar en paz para componer”, explicaba Pedro antes de dar paso a sus tres nuevas canciones de su próximo disco que mostró en la noche: “Panteras de polvo” (power trio a lo Spinetta con sus Socios del desierto o Divididos), “Quiero decirte que sí” y “Rencor”.
Otro de los momentos que el público recibió con atención fue cuando hizo a solos con su guitarra una canción que compuso junto a Gustavo Cerati para el proyecto “Tango 3” (que nunca pudo concretarse y devino en “Tango 4”), “Lisa” que el ex Soda le compuso a su hija de nombre homónimo al tema. Al rato, interpretó “Quebrado”.
Y para ir desplegando ese horizonte infinito que nos propone y sigamos descubriendo cosas con la impecable performance de su bajo continuó con “Ya no hay forma de pedir perdón” (Elton John), y subido al caballo beatle con “Jealous Guy” (John Lennon) (con silbido incluido); y “Angie” (Rolling Stones).
Después, todos se retiraron del escenario, parecía un intervalo, pero Alejandro Oliva, el percusionista, se había quedado solo encerrado en su pared de vidrio/acrílico transparente para comenzar a golpetear primeo suavemente los tambores hasta terminar con música ideal para bailar, como si ahí mismo estuviera tocando La Bomba de tiempo con esas aceleraciones o cortes que despiertan nuestras fibras más sensibles hacia la libertad más primitiva.
Apagón. Luz. Pedro vuelve, abre los brazos y grita explotando: “La carne” (Aznar canta Brasil, 2005 en la versión hecha de su fuerza creadora del tema de Marcelo Yuka, Seu Jorge e Wilson Capellette) como para que el público siga con el rito del sustento sonoro iniciado antes. En el final, tocó “Quantum” de Fotos de Tokyo.
En el bis, y para dejarnos reflexivos, los músicos se sentaron al borde del escenario, sin ningún micrófono, y cantaron “Los chicos de la calle”.
Una vez más Pedro Aznar volvió a desplegar talento, pasión y virtuosismo sobre un escenario el viernes 9 de noviembre en el ND Ateneo ante un público que se fue conmovido.