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La tranquilidad y el orgullo de quien se siente honrado con su trabajo y con los ideales que defiendan. Así se lo ve a Horacio Banegas, una porción del mundo artístico de Santiago del Estero. En sus ojos se ven la experiencia de la música y pareciera que, de a poco, el ambiente se llena de aroma a Santiago. Más específicamente a esas tierras secas y calurosas de las cuales podemos apreciar a uno de los mejores referentes de las chacareras nacionales. Así fue como nos abrió las puertas de su propio mundo.
“Escuchaba algunos discos en un combinado Ranser que tenía un vecino en Talapozo. Mientras nosotros dormíamos en los catres en verano en el patio, escuchaba los discos de los Cantores Salavina o de los Tobas que habían grabado en el año 60. Esas fueron las primeras canciones que tengo registradas”.
Descubrió la música siendo un niño, compartiendo reuniones familiares, como un hecho cotidiano y un sentimiento compartido junto a su hermano mayor, Coco, quien sin querer le abrió las puertas de su destino. La guitarra que su padre les compró en un viaje a Buenos Aires fue la figura que los acompañó día a día arriba de una bicicleta por las tierras de Talapozo. Empezó acompañando a su hermano a las clases de canto, hasta que su profesor le ofreció hacer la segunda voz. Ahí fue cuando su rumbo cambió. Algunas presentaciones informales, reuniones de amigos, peñas, asados fueron acercando su llegada a pueblitos de Santiago.
El dúo que habían formado los hermanos Banegas como un juego había tomado otras dimensiones. Los Cantores de mi Pueblo fue el siguiente paso en su carrera musical. Pero, el tiempo lo llevó a ser parte de uno de sus grupos referentes y con los cuales se había acercado al folklore. Con tan sólo 18 años, Horacio Banegas entró a Los Tobas, con los cuales compartió escenario durante 12 años. A pesar de su historia como artista, no duda en autodefinirse como “guitarrista de muchos”.
“Aún hoy y a pesar de los años, sigo pensando que la música es un estado de ánimo que hay que expresarlo, sobre todo hoy tomo como un compromiso fuerte el hacer música porque la gente me ha elegido como referente de mi provincia. Pero, no tengo el hecho artístico que se vende, no lo tengo incorporado. Yo sigo diciendo que canto regular, toco regular, compongo no se cómo y no puedo predisponerme a ser un artista como el marketing lo demanda.”
La opinión de sus amigos y familiares siempre estuvo más que relacionada con las decisiones sobre el futuro de su carrera. En 1985 empezó a armar una banda a pedido de sus amigos quienes lo impulsaban a difundir sus propias composiciones. Para eso, se vio en la necesidad de formar una banda, algo distinto, así impulsó la búsqueda de jóvenes talentos más relacionados con el rock. Una vez listos, comenzaron con las presentaciones, pero no como cualquier grupo folklórico, sino que tocaban en lugares insólitos. Lo extraño era que se sentían muy bien recibidos por ese público “poco habitual", porque ese aceptaba lo que ofrecían y lo valoraban.
Cuando terminó el ciclo llegó la propuesta formal de grabar un disco con lo que venía impulsando a lo largo de sus presentaciones. Entonces nació Mi Origen y Mi Lugar, el cual a los seis meses había llegado a los 80 mil discos vendidos. Y junto a Pertenezco a ese mundo (segundo disco) llegaron a un total de 250 mil álbumes vendidos. Estas cifras eran imponentes para las ventas discográficas que alcanzaba la música folklórica, lo cual implicó un interés especial en la industria por seguir afianzando este fenómeno que lograba esa inmensidad en las ventas.
“Lo que me pasó con Mi Origen y Mi Lugar fue grabar un repertorio que venía cantando en las tocadas. Lo que sucedió no se dio porque yo lo haya impulsado, la gente se hizo cargo de eso. Así se produjo el boom comercial con el disco. No fue algo que yo haya buscado, sucedió. Yo fui llevando la situación hasta que se armó un entorno alrededor mío en el que veía que todos los días desembarcaba gente nueva y te daban órdenes, indicaciones, veía que paraban a la gente lejos mío, no recibía más llamadas de mis amigos, tocaba de miércoles a miércoles por todo el país. Hasta que me hizo el clic, entonces desaparecí dos meses de todo el entorno y llegué a la conclusión de que eso no era la esencia de lo que la gente había encontrado en Mi Origen y Mi Lugar”.
Frente a la necesidad de replantearse el futuro de su carrera, decidió alejarse la exposición, pero no de la música. Durante ese tiempo y sin querer fue formando su siguiente proyecto. Una vez más, Horacio confió en la capacidad de los jóvenes para hacer y sentir la música, ofreciéndoles un lugar donde expresarse e innovar en la forma de hacer folklore.
“En el patio de casa, en Santiago, iba haciendo encuentros con chicos. Chicos que se querían acercar, traían sus instrumentos y tocábamos. Inconcientemente se armó una especia de casting que sirvió para armar el proyecto, un grupo de músicos nuevos y arrancar de vuelta de cero, grabando Sintaxis, mi tercer disco, con el cual produje la bisagra y la ruptura de lo que la gente consideraba como música santiagueña tradicional y se abrió una puerta para experimentar. Es el disco más resentido desde un principio, incluso con la versión reggea de Chacarera del Cardenal que la tocábamos desde un principio, acusaron que Sintaxis no era folklore.”
La firmeza de sus ideales y su convicción por el aporte y la riqueza del arte que nace en Santiago del Estero, llevan al músico a generar sus propios proyectos, con el respaldo de sus allegados. La honra que siente por su provincia natal se ve reflejada en cada una de las chacareras e incluso en su discurso revalorizador sobre la provincia.
“Yo creo que mis canciones siempre rondan por Santiago del Estero, es mi forma de hablar de amor. Para mi es fundamental honrar a mi provincia, su música, su gente, hablar de lo que les pasa a ellos, esbozar sus gestos de alegría y de dolor. Supongo que ese es un hilo que nos conecta con los que siguen mi carrera y escuchan mis canciones. Estoy convencido que la gente busca eso.”
La curiosidad por la necesidad social y cultural de sus pagos se ve plasmada con “El Arte de las Inmediaciones”. Un proyecto cultural que empezó en el 2001 junto a la Universidad de Santiago del Estero donde fueron convocados sociólogos, antropólogos, filósofos y especialista en la ciencia de la humanidad para profundizar sobre los fenómenos de la provincia. Como fruto de esta abarcativa investigación surge una serie de cuatro discos. El primero, el Color de la Chacarera, seguido por Inmediaciones, un disco que ofrece una exquisita conjunción de poesía e innovación instrumental. El próximo año se estaría lanzando La Voz y más adelante el cuarto disco, La Palabra, el cierre junto a un libro, escrito por su hijo el Mono Banegas, que profundizará en la conclusión y análisis de la mutación de la música santiagueña desde el año 20 hasta la fecha.
“Queremos aprender y generar cosas que sirvan como referencia a las generaciones que vengan. Lo valioso es el trabajo que va a quedar y que sirva de referencia a los músicos de otras generaciones. Eso es lo que nos mueve a hacer este trabajo.”
Para cerrar un año ofreciendo su música, Horacio Banegas se estará presentando junto al dúo Orellana Lucca con el espectáculo El Color de la Chacarera, el 3 de diciembre en El Teatro de Flores. No sólo se podrá apreciar chacarera de pura cepa, sino que también una unión entre poesía, instrumentos, historia y, por sobre todo, pasión por el folklore.
“En el show vamos a presentar un eje en el que girarán el repertorio. Va a haber una pantalla para proyectar una síntesis de imágenes y acercar unos cruces con algo de danzas que hemos hecho con Cosquin, Jesús María. Además de invitar a un dúo nuevo, Don Argarañaz, chicos de Gramilla, Santiago del Estero. Tener la mirada de los jóvenes como algo nuevo, la mirada de dos chicos de 23 y 25 años, junto a lo que la gente ya sabe de Orellana Lucca y lo que Horacio Banegas viene haciendo desde el año 90 como solista a nivel país.”
Nota: Agustina Costa
Edición de audio: Léon Botto