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Notas
CRÓNICA EXCLUSIVA


10/11/2011

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RECORDAR


El espectáculo comenzó alrededor de las 22 :30 del día jueves 3 de noviembre, con Tomás Lipán. Debajo del escenario se lo podía ver sentado a Don Fortunato Ramos, el maestro rural, músico regional, recitador, escritor, el jujeño, esperando con la paciencia de los grandes, con un vinito en sus manos. Reía y lucia su poncho rojo, pierna cruzada, ni una gota de nerviosismo, él ya conoce estos caminos, estas andanzas.

Los años han pasado pero el humahuaqueño, nativo precisamente de Coraya, sigue viviendo en su Jujuy. Poco sale de su provincia, esta vez vino acompañando a su hija celeste a un congreso de medicina, hija de tigre, ama el folklore tanto como sus estudios, y bueno sería imperdonable dejarlo pasar por la gran ciudad, sin darnos un poco de él, de su tierrita, sus palabras y su bandoneón.

El maestro de corazón, no deja nunca de enseñarnos, esa en su naturaleza, dejarnos moralejas, hacernos ver de la forma más sencilla para que podamos entender, mostrándonos un poco más.

Con el erke en sus manos hizo su entrada principal y así la primera lecciones de la noche: “el buen músico debe hablarle a su instrumento, enamorarlo, dialogar con él", y luego le dijo a su acordeón: “canta acordeón, no te calles, somos uno los dos, me robaste el corazón con tus melodías”, esa es la afinación de los grandes.

Con su poncho hilado por los de su raza, poncho que le hace compañía desde hace años, donde el respeto por sus ancestros lo lleva hilado en su memoria, el respeto por la Pachamama, madre tierra, por las costumbres, llevando en sus rostros el frío, lo vivido, el silencio de la sabiduría.

Todo fue poesía esa noche, algunos se hicieron canción, otros sin letra audible pero con letra al fin. Esto no era un recital de Dos Jujeños, estábamos en la casa de Fortunato Ramos y su amigo Tomás Lipán, en el patio de su casa, allá por donde enseñó en Santa Ana, donde compuso varios escritos, como "No te rías de un coya", "Yo nunca fui niño", con gustito nos recito el poema que le escribió al "Señor comisario", pidiendo permiso para mascar su coca.

Nos trajeron cuecas, zambitas, taquiraris, bailecitos, como los conocidos "Me gusta Jujuy", "Minero soy", "Volver a jujuy", mientras todo el barrio de Palermo bailaba al son de La Peña del Colorado.

Más adelante, el bombisto de Tomás dejó su instrumento a pedido del público para mostrar su bailecito, el dicho “el que toca nunca baila” ya no estaba vigente. Esa noche todos bailábamos.

El amor por la tierra de uno, cuando uno está muy lejos del cerro, lo hace extrañar y eso fue lo que paso durante esa velada, nos unió a estos grandes referentes del Folklore Nacional y Norteño, a quien sea colla natural, al que lo es en su corazon y a quien quiera serlo, es para todos.

Un enganchado de carnavalitos nos termina de invitar a los huancares de Abra Pampa, a Humahuaca, donde los cantores se encantan. Y de donde salen buenos cantores, verdaderos copleros, ese interior encantado de los cerros, tan misterioso.

Su casa en Jujuy está abierta y la invitación hecha de gente sencilla, de puertas anchas, lugar donde estaremos en breve sin dudarlo, el corazón nos llama, nos demanda patria.


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