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El gran maestro de la guitarra argentina ofreció un concierto en el teatro SHA con veinte invitados, con quienes compartió experiencias artísticas a lo largo de su trayectoria. A sus 63 años, ésta fue la producción más importante en la carrera del tucumano, un artista querido y respetado, creador de obras que ya pertenecen al patrimonio popular, y que presentó así el disco Lo mejor de Juan Falú, en una velada en donde se conjugaron ensambles musicales y relatos poéticos.
El anfitrión de la noche es un músico notable que ha hecho del “compartir” una filosofía de su vida artística. De los sucesivos encuentros que a lo largo de su carrera nacieron de una manera “no profesional” sino más bien amistosa (en reuniones, en guitarreadas) surgieron algunas comunicaciones que se canalizaron en discos y en presentaciones en escenarios. El concierto del pasado viernes 28 de octubre fue una congregación de artistas, muchos de ellos no tan reconocidos por la industria cultural, pero convocados por Juan a partir de este espíritu de hacer de la música un acto colectivo, modo de sentir el arte que lo llevó al tucumano a ser uno de los músicos más queribles entre sus colegas: Liliana Herrero, Marcelo Moguilevsky, Carlos Aguirre, Juan Anapios, Rolando Goldman, Roberto Calvo, Ramón Navarro, Ramiro Gallo, Jorge Marziali, Leopoldo Deza, Laura Albarracín, Rubén Lobo, Lucho Hoyos, Topo Encinar, Bárbara Streger, Andrés Pilar, Marion Moss y Florencia Bernales, fueron los artistas que participaron de esta noche de música y poesía.
Pasadas las 21.30 del viernes Juan Falú ingresó al escenario del colmado teatro SHA (Sarmiento 2255) vestido con un traje de gala. La chacarera “Yo soy Juan” fue el tema de apertura y lo acompañó el maestro Ramiro Gallo, Perla Flores y Santiago Martínez en violines; el compañero de ruta de Mercedes Sosa, Rubén Lobo en percusión, y el mendocino Jorge Marziali quien lo secundó con su guitarra y su canto. Una entrada con un despliegue de sonido poderoso que hizo que las 900 personas que estaban en el teatro preparen sus corazones para algo histórico.
Si bien el guitarrista tucumano tiene un apellido de inmenso reconocimiento en el mundo del folklore a raíz de la carrera de su tío Eduardo Falú, Juan supo construir un camino propio, una estética particular, un proceso personal de maduración que lo llevo a correrse de los mitos que circulan alrededor de su apellido; búsqueda que con éxito lo llevó a desentenderse de los modelos tradicionales establecidos para caminar por los bordes. Por eso se cobijó más en el “Juan” que en el “Falú”, y ese camino lo llevó a recorrer ámbitos más de intimidad que de popularidad, y fue por esos senderos, muchas veces de bohemia, en donde conoció a muchos de los artistas que participaron de la maravillosa velada del viernes; la producción más grande de su carrera: “es bueno salir a la luz de vez en cuando" – confesó el guitarrista.
El programa del concierto estuvo desde el principio a disposición de los concurrentes. La calidad y trayectoria artística de los invitados hicieron que el recital sea una nutrida experiencia de arte y sensibilidad. El maestro del charango, Rolando Goldman compartió el gato “De la raíz a la copa”, obra que se ha convertido en un clásico del repertorio del tucumano y que es interpretada por innumerables guitarristas y alumnos. La temática del río ha sido tema de inspiración para el tucumano y el sábado ofreció tres obras de su autoría: “El cauce y el río” junto al excelso guitarrista Juan Anapios, “El río solo” con Bárbara Streger en flauta traversa, y una conmovedora versión de la guaraña “Que lo diga el río” junto al maestro de los vientos Marcelo Moguilevsky, quien lo acompañó con un clarón, una especie saxofón bajo, momento en el que se generaron profundos diálogos melódicos.
Juan Falú siempre ha sido un artista comprometido, militante de sus ideas artísticas y políticas, parte de una generación que abrazó la ideología de una manera genuina. Durante la dictadura tuvo que irse al Brasil para sobrevivir con sus estudios de psicología, pero siempre acompañado de su guitarra, con la cual ha congregado un matrimonio que sigue madurando con los años. En coincidencia con su forma de pensar Juan ha musicalizado muchas letras de poetas que expresaron este compromiso con su pueblo. Entre esas obras, el viernes presentó “Confesión del viento” un poema de Roberto Yacomazzi que el tucumano interpretó junto al excelente músico Carlos “El Negro” Aguirre, "Vidala del que no está", nuevamente junto a Bárbara Stregel en flauta, escrito a la memoria de un legado de luchas y resistencias. Hubo algunos temas nuevos, como una composición reciente inspirada en la partida del Zurdo Martínez, artista de conciencia firme que cargado junto con su arte banderas innegociables, al que Juan le dedicó una canción inspirada en su río Paraná, y una evocación a Horacio Pilar al que Falú definió como “uno de los pocos peronistas románticos que conocí”, para el cual tocó una obra junto con Andrés Pilar, hijo de Horacio, en el piano.
Poseedor de un gusto refinado para interpretar ritmos folklóricos, Juan es capaz de tocar una chacarera picante sin la necesidad de rasguear las cuerdas, con bellas armonizaciones y una notable habilidad para crear arreglos en vivo sobre una melodía ya conocida. Se lució al interpretar solo con su guitarra las obras “Como el aire”, “Rebalsado” y la chaya “Algarrobo algarrobal”. Pero fue sobre todo con la “Chacarera del 55” de los hermanos tucumanos Núñez, a los que Juan no deja de nombrar y evocar constantemente en todas sus presentaciones, con la que el maestro desplegó sus más interesantes arreglos. Fue principalmente con el poeta Pepe Núñez, fallecido en 1999, con el que generó una de sus más fructíferas tareas de colaboración. En esa evocación al poeta, y acompañado por su coterráneo Topo Encinar, Leopoldo Deza en piano y Rubén Lobo en percusión, Juan interpretó "Zonko querido" y luego, con la voz de Liliana Herrero, una versión desestructurada de la milonga "A puro fierro", cuyo origen fue una improvisación en el estudio de grabación del último disco de la cantora entrerriana, "Este tiempo".
También pasaron por el escenario la cantante Laura Albarracín, con quien interpretó la chacarera "Donata Suárez" y el notable guitarrista Roberto Calvo. Uno de los momentos más profundos y conmovedores se generó con el poeta y músico riojano Ramón Navarro, con quien Falú compartió la canción "Pal negro Chito", dedicado al guitarrista y cantor riojano Chito Zeballos.
Hubo algunos artistas, con los que Juan ha compartido encuentros artísticos memorables que no pudieron estar por sus compromisos personales como el tucumano Juan Quinteros y la notable pianista Hilda Herrera.
El acercamiento de los más jóvenes es una constante en los conciertos de Juan Falú que el viernes fueron mayoría entre admiradores, guitarristas y alumnos del conservatorio Manuel de Falla donde Juan desarrolla hace muchos años su tarea docente.
Para cerrar esta noche de música, poesía y amigos Juan invitó a los veinte artistas a subir al escenario y a coro cantaron la “Zamba del Arribeño”, obra de Néstor Soria que el tucumano musicalizó y que el público pudo cantar porque tenía la letra en el programa. Conmovedor final para un concierto poco usual en el ámbito folklórico nacional, por lo nutrido, por la calidad de los artistas, por la cuidada puesta en escena, y porque pocas veces se puede disfrutar de un homenaje en vida, en este caso merecido para Juan, un artista talentoso, querible, de coherencia ética y estética, y que por estar tan cerca del pueblo, lejos está de ser un mito.