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Todo comenzó cerca de las 23 horas del día sábado en la sala Carlos Carella con gente de distintas edades. Con su voz en off retumbando en nuestros oídos, aquella que por años nos pintó en nuestra imaginación colores de quebrada, sonido de ancestros, olores del norte, llegaba nuevamente a este espacio con tanto profesionalismo.
Son sonidos que se quedan en nuestra memoria, en el paisaje, en nuestra piel, así como una piedra en medio del agua, donde se hacen esos aros vibratorios que al compas del corazón continúa su eco eternal.
El, con toda su gracia y rasgos bien puneños marcados, hace enamorar a todo un público que lo acompaña en cada presentación, brindando siempre un toque de picardía en las danzas típicas que son representadas a través de cada canto, en sus relatos sobre el amor, la libertad, sus piropos al público femenino, anécdotas cargadas sobre cada viaje, sus costumbres y vivencias.
En canciones como “Minero soy”, “Cueca de los coyas” y “De arriba vengo”, nos endulzó en el primer tramo llegando luego las “Warmis copleras” dejando la picardía de los repuntes, en coplas con recorrido nacional, desde Jujuy pasando por la Rioja, Catamarca, Santiago del Estero hasta litoraleñas.
Nos sorprendió con una entrada en el escenario a media luz con el erkencho, lo acompañaba un vasito de té -como él le dice- en sus manos, haciendo reír con sus ocurrencia. “Volver a Jujuy”, imposible de perder la memoria de donde uno viene y tan así negarse a conocerlos, imposible resistirse.
En canciones propias de su provincia como carnavalitos, un poquito más arriba como los takiraris y recordando que estamos frente a uno de los mayores referentes actuales del folklore norteño, que no solo canta de su Jujuy, sino también de la madre tierra, nos pone a bailar con algunas chacareras, dejando lucir a toda su compañía de músicos, bailarines, copleras.
La que sería la última canción “La maimareña” y como no podía faltar el grito a coro de: “una más”, terminando así con “Me gusta Jujuy”.
Evidentemente Jujuy llovió sobre nosotros, nos llevó por las tardes haciéndonos sentir parte del paisaje y terminamos en la noche cerca de la 1 de la madrugada, donde nos despedimos para volver bajos las estrellas de la noche con una canción en la garganta después de haber compartido este hermoso momento con nuestro Tomas Lipán.