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La cantante dio un potente espectáculo de casi dos horas el sábado primero de octubre a las 22 en el porteño y renovado teatro SHA. Ahora, su carga artística se propagará por el mundo, como si fuera de gira, para ponerle voz a lo antes callado sobre los colores y matices, muchos de ellos plasmados en su La Rioja natal.
Y como para ir conociendo el alma de La Bruja, de a poco comenzamos a introducirnos en esa caja poetica cuando arrancó con "Lucero cantor" (Ramiro González), "De la noche a la mañana" (Juan Arabel) y "La cruz de Yampa" (Néstor Soria - Topo Encinar), que como toda cruz, tiene una historia humana que la acompaña, en este caso la de Don Mercedes Yampa.
María de los Angeles Salguero sabe cómo comunicarse, acercarse, conmover y cautivar al público presente. Siente el placer de cantar porque lo hace con todo el cuerpo para acercarnos su visión del mundo que nos iba ofreciendo en su máxima amplitud cuando siguió con "Sembrando sueños" (F. Pini – F. Kozicki - M. Delgado) y "Zambita vieja" (Ramiro González).
"Esta milonga me desribe de principio a final", decía antes de hacer "Y voy cantando al andar" (Héctor Negro - Carmen Guzmán) porque su letra comprende y reside su escencia de busqueda: "andar lo que quiero, puedo porque elijo y no me quedo porque voy venciendo al miedo como queriendo llegar andando, hice todo...me precio de soñar".
Luego, siempre acompañada por Ernesto Snajer en guitarra, Guido Martínez en bajo, Mariano "Tiki" Cantero en percusión, Víctor Carrion en quena y Mariano Delgado en segunda guitarra siguieron con "Ceremonial de la albahaca" (Ramiro González) y con el tema que Raúl Carnota compuso para su padre "El otro camino",que tuvo como artista invitada en la grabación del disco a Liliana Herrero.
Después, hicieron "La rutina" (Naya Ledesma) y si creíamos que la expresividad de los versos habían alcanzado un techo, llegaría "Canción del pinar" de Jorge Fandermole y atrás, como en toda la noche, había una pantalla de video que en este caso mostraba un bosque para que podamos decodificar simbólicamente las fuerzas naturales.
Y el ser poético de La Bruja quedaría expuesto en su máximo estado de sensibilidad cuando hizo entre lágrimas "Vidita agua " (Fernando Barrientos - Raúl Orozco) y como en su canto todo lo olvidado y distante se acerca y se muestra como realidad intensa, viva, plena de brillo y fuerza, continuó ahora explicando el significado de las conanas, unos utencillos que usaban los antiguos aborigenes destinados a la molienda de granos que se construían en lajas, pero que también "lo usaban poniendolé agua para así ver reflejadas a las estrellas y poder hacer astronomía", antes de interpertar "Hecha sueño en las conanas" (Pancho Cabral).
Para el final quedaría "La chumba i’ pilla" (Chacho Hunicken) y así comenzabamos a iniciar la retirada, algunos, quizá, concentrados en esa luz hecha de palabras que vimos sobre la pantalla, esa intensidad que genera la temperatura de dos palabras puestas a trabajar juntas hasta la incandescencia, "Caja de Luna".