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A esta hora, exactamente, hay un niño en la calle. Lo denunciaba en versos allá por los ’60 ese mendocino hacedor de letras y tonadas que mezclaban el vino cotidiano con la denuncia profunda, hasta transformarse en uno de los preanunciadores de la hecatombe de estos tiempos. Si en aquel entonces Armando Tejada Gómez ya alertaba sobre la niñez desamparada, qué decir al comparar aquello con los ejércitos de argentinitos que sin frazadas se preparan para los próximos fríos invernales del 2006 debajo de autopistas y en zaguanes tomados por una madrugada.
De pronto la memoria es eyectada y quien lo provoca en forma de libro es una hija dilecta de mi pueblo, quien además de haber logrado trepar al corazón del legendario poeta cuyano, le caminó el territorio a sus sentimientos, desde su sabiduría literaria desmenuzó su obra, bebió de su mismo vino y tuvo el privilegio de compartir sus amistades. Ella, Dorita Giannoni, acaba de parir el hijo que no tuvieron juntos, viene en forma de un libro de 230 páginas bajo el nombre "Armando Tejada Gómez, Profeta del Viento", y qué mejor homenaje para un trajinado trabajador de las letras como lo fue él, que presentarlo un 1ro. de mayo en la Feria del Libro.
Es el primero de dos tomos que abarcan –si es que se puede- la vida de quien desde Canción con todos para abajo, legara al pueblo obras que merecerían la atención de más de un empresario editorial dispuesto a acompañar las necesidades que a través de la literatura pueden saciar la sed de tanta gente. Si hasta aparece en el recuerdo aquel "Peatón, diga no", como dándole confianza a la gente como par que cada uno se sintiera algo, levantara su autoestima y no se dejara avasallar por tanta injusticia. "Diga no, y se les cae abajo toda la estantería", le pedía al hombre anónimo en sus versos. Y hasta una palabra vulgar quedaba tan precisa cuando decía: "...diga no en plena jeta del mercader de patria".
Los aportes de tanta gente que Dora Giannoni logró sumar son de una calidad y calidez dignas de ser leídos, desde el de la hija mayor de Armando, Glorieta, el de Rafael Amor, Ramón Ayala y Hamlet Lima Quintana, viejo poeta compinche de Tejada quien al llegar a Nueve de Julio acompañando a su amigo mendocino enamorado, vio la plaza con sus tilos, la comparó con una de Praga y le dejó sus versos.
Cuánta actualidad y qué momento preciso para que broten a torrentes estas páginas como de un manantial y que del mismo beban los sedientos de hoy, acaso hijos y nietos de aquellos a los que hace un tiempo Tejada Gómez les compuso y les cantó con el alma. Con un grito en la voz.