}
El conjunto chileno Inti Illimani se presentó en el ND/ Ateneo el sábado 20 de noviembre de 2004 ante un teatro colmado, cerrando el ciclo de conciertos que preparó el grupo en homenaje al centenario del poeta chileno Pablo Neruda.
Sus sonidos hablan solos. Tienen lengua propia. Vuelan. Transportan. Y si uno cierra los ojos al escucharlos, se traslada a paisajes, personas, animales, vidas, a pueblos.
Es que Inti Illimani transmite calor desde arriba del escenario, y así lo demostró ante un público que no dejó de aplaudir a lo largo de más de dos horas de recital. Impacta ver en un escenario tanta variedad de instrumentos sudamericanos de raíz centenaria. Y la primer pregunta que surge: “¿Podrán sonar todos juntos?” Sólo basta con escuchar el primer tema musical, para cerciorarse que la respuesta es positiva.
Es impactante la armonía que logra esta nueva conformación de Inti Illimani, ahora transformado en septeto luego de la separación de algunos de sus integrantes. Cada músico transmite una inspiración musical que contagia. Jorge Coulon, Marcelo Coulon, Christian González, Daniel Cantillana, Efrén Viera, Manuel Meriño y Juan Flores no tocan cada uno un instrumento en particular. Rotan, se los cambian, interactúan con cada uno de ellos y logran un espectáculo conmovedor.
Es una placer para los oídos escuchar la música que interpretan, entre tanto aturdimiento musical que intenta imponer el mercado. Así son ellos, con un trabajo creativo enorme y persiguiendo, como lo hacen desde sus comienzos en 1996, una búsqueda permanente que no acepta los facilismos.
“Gracias por estar aquí. Por preferir este encuentro a la variada oferta cultural que tiene la televisión. Veo que hay un interesante movimiento de resistencia intelectual. Estamos nuevamente en esta ciudad que amamos, y que vemos que nos sigue en las buenas y en las malas. Con esta música que pretende ser la música folklórica de un país. Quizás seamos capaces de construir un futuro. Mal que mal, por este lado del continente parece que los vientos soplan de manera favorable. No a nosotros, porque aquí no se trata de intereses personales. Sino favorable al ser humano. Llegar finalmente a la conclusión de que no somos más que lo que somos en función de los demás. Si todos soplamos fuerte a lo mejor podemos girar, y transformarnos. Ustedes saben que el aleteo de una mariposa en China puede provocar un huracán. Ojalá aleteen muchas mariposas”.
De esta manera dio comienzo al concierto Jorge Coulon, mostrando que el grupo, además de su música, transmite un mensaje. Un mensaje que abarca a toda América Latina y no hace diferencias. Un concepto que no tiene vergüenza de reflejar la miseria humana, las guerras, las injusticias, y el significado de la vida en sociedad.
El grupo Inti Illimani nació en 1966 cuando un grupo de jóvenes artistas decidieron armar la primer peña folklórica, llamada “La China”, de los estudiantes de la ex Universidad Técnica del Estado. Hoy ya tienen 37 años de trayectoria, y el grupo ha pasado por varias vallas a lo largo de su historia. Tal vez la que más los marcó fue el exilio que debieron soportar cuando la dictadura de Augusto Pinochet irrumpió en Chile. “Antes, los latinoamericanos, usábamos exiliarnos entre nosotros. Santiago siempre estaba lleno cuando Chile era el asilo contra la opresión en Ecuador, Colombia, Venezuela. Depende del problema de turno de cada país, era una cosa más bien familiar. Pero ya cuando el exilio adquirió dimensiones bíblicas, los latinoamericanos fuimos a parar a cualquier parte. Y así nos encontramos tantas veces en países tan diferentes a nosotros. Como por ejemplo, tomando mate en Finlandia. Nosotros tuvimos, dentro de todo, una suerte bastante grande porque por cosas del destino fuimos a parar a Italia.” Los integrantes del grupo permanecieron exiliados en Roma, y allí también tuvieron contacto con la música de aquellas tierras. Por eso, en esa pulsión del grupo por estudiar las músicas autóctonas, en su repertorio también aparecen ritmos italianos, como ser una tarantela.
En el concierto, no faltó lugar para homenajear al talentoso Domingo Cura, recientemente fallecido. “Siempre los conciertos están habitados de fantasmas. Y un fantasma que hay que recordar esta noche, que es un fantasma fresquito, es Domingo Cura. Que, tal vez, tuvo la muerte que todos quisiéramos: en el escenario. El continente sudamericano tiene una fábrica de estos fantasmas”, fueron las palabras de Jorge Coulon para dejar en su paso por nuestro país, su homenaje hacia el músico percusionista y compositor santiagueño.
Uno de los puntos más fuertes de la noche, llegó cuando Inti Illimani interpretó el tema “Vino del Mar”. Su letra está dedicada a una mujer, Marta Romano, dirigente del Sindicato de los Maestros de Chile, que como parte del método golpista, fue raptada, torturada, llevada a un helicóptero, desnudada, y le abrieron el vientre con un puñal. Y la arrojaron al mar, para hacerla desaparecer. Pero el mar de Chile, seguramente, no conoció las directivas y la metodología de los militares y devolvió el cuerpo de Marta, amorosamente, sobre una playa cerca de Valparaíso.
La respuesta del público hacia el grupo fue a puro aplausos y gritos. Dos veces intentaron retirarse del escenario, pero ante la insistencia para que vuelvan, nuevamente aparecían por detrás del telón todos los talentosos músicos que componen Inti Illimani. Una vez finalizada la presentación, Jorge Coulon habló con FolkloreCLUB acerca de la visita a Buenos Aires y sostuvo que “siempre se produce una comunicación, una sintonía muy fuerte acá en Buenos Aires con el público. Es una buena ocasión para encontrarse”.
Consultado acerca de la idea de homenajear al poeta Pablo Neruda, Coulon dijo que “el homenaje más grande que se le puede rendir a un poeta es leerlo, y tenerlo como poeta de cabecera. A veces los aniversarios son demasiado oficiales, demasiado formales, y en ese sentido, nosotros hemos tratado de representar sobre todo nuestra herencia de parte Neruda, porque fue él quien nos enseñó a hablar a los chilenos”. Daniel Cantillana, otro de los integrantes de Inti Illimani, contento por la respuesta que obtuvieron de la gente, sostuvo: ““Habíamos estado en Buenos Aires, pero en locales un poco más chicos. Me impresionó gratamente la cantidad de público que llegó y la calidez que mostraron desde el comienzo.”
Además sostuvo la importancia de homenajear al poeta, porque “Pablo Neruda es un referente inevitable para el chileno. Es a la poesía, lo que Violeta Parra es a la música. Son nuestros íconos, nuestras piedras fundadoras de todo lo que vino después.” Si hay alguien en este grupo que lleva el ritmo en sus venas, ese es Efrén Viera, nacido en La Habana, y quien se en