En una entrevista a fondo con FolkloreCLUB, Carlos Oscar Carabajal, más conocido como “Peteco”, habló de todo. El santiagueño recordó su infancia, habló de su familia, sus hobbys, y de su próxima presentación en el Ateneo.
Santiago querido...
Remontándonos en el tiempo...¿Qué te acordás de tu Santiago natal? ¿Qué recuerdos tenés de allí?
En realidad yo nunca me he ido de Santiago tanto como para perder ese hilo de la infancia. Por ejemplo, yo vuelvo en cualquier momento a La Banda, y al ratito ya me voy a jugar a la pelota con gente que está viviendo en Santiago desde que yo era chico. Yo llego y enseguida soy uno más en el barrio. Conozco todo lo que está pasando. Al estar mi familia, mis viejos, ellos son una conexión muy importante con el hoy de Santiago.
¿Hay un Peteco artista y otro Peteco persona, o vos sentís que van de la mano?
Va todo de la mano. Pero hay un punto que es íntimo, y allí se separan las cosas. Pero al ser íntimo, no todos tienen que conocer cuál es ese momento. Hay que comprender que no todos pueden saber eso; y ello me hace ser más tranquilo, y no me la creo tanto por el hecho de ser artista. Porque sé que hay mucha gente que no lo ve, y entonces para qué andar mostrando algo que a lo mejor es íntimo. El que se pone muy en artista incomoda a los demás. Yo prefiero ser un poco más tranquilo en ese sentido.
Una curiosidad...¿Por qué el apodo de “Peteco”?
Es un apodo que a mi me llegó ya desde antes de nacer. Porque tenía un hermano que murió antes de que yo naciera, y a él le decían “Peteco”. Pero el apodo en Santiago no tiene ningún significado. En cambio sí lo tiene en la zona de Cuyo, donde se dice “llevar a peteco”, cuando llevas a un chico en el hombro (a “caballito”, o a “cococho”).
Creo que a mi hermano le pusieron “Peteco”, por Peteco Rodríguez, un músico amigo de mi viejo, que era de la zona del Chaco. Y al fallecer mi hermano, a mi me empezaron a decir “Peteco” antes de nacer. Y yo considero que mi verdadero nombre es ese: Peteco. Después me bautizaron como Carlos Oscar Carabajal, pero ese nombre no me dice nada.
Sus hobbys
¿Te acordás de la primera vez que tocaste una guitarra?
No recuerdo cuándo, en qué momento o de qué forma comienzo a tocar la guitarra. Debe haber sido viéndolo a mi viejo. Sin darme cuenta. Lo que si me acuerdo, es que después de los seis, siete años, cuando empiezo la escuela, ya cantaba en las fiestas. Desde primer grado. En esa época ya sabía tocar la guitarra.
¿Y el violín?
El violín lo agarro de grande. A los veinte años. Incluso fue una cosa premeditada en Buenos Aires. En ese momento yo quería hacer algo que no haya, algo que llame la atención. Era bien a propósito. Y se me ocurrió el violín porque es un instrumento que siempre ha sido identificado con la música folklórica. Sobre todo en el noroeste y, especialmente, en Santiago del Estero, ya que la tradición dice que lo introdujo San Francisco Solano. Y él anduvo desde Perú hasta Córdoba.
Para mi el sonido del violín era un sonido familiar. O sea, yo lo había escuchado en mi casa, a través de Martín Rodríguez y el Ñato Díaz, un dúo de violines; de Sixto Palavecino. La gran mayoría de la gente que ha hecho folklore con violín, han agarrado el violín solos y han empezado a practicar y a tocar en algún momento. Eso le da un sonido medio rústico que no es del estudio o de haber llegado a un conocimiento amplio del violín.
Cuando yo ingreso a Los Carabajal, en el año 1975, se me ocurre comprarme un violín, que lo compré en el Banco de Empeño, en la calle Esmeralda y Viamonte (Capital Federal). Ese mismo día que lo compré, pasé por el Teatro San Martín, donde hay gente que enseña violín, para que me digan si estaba en condiciones y para que me lo afinen. Luego me fui a mi casa y empecé a practicar. Y al poquito tiempo ya estaba tocando introducciones de chacarera, cosas sencillas. Yo buscaba mostrar un color distinto.
Al poco tiempo, en Los Carabajal, yo era el flaco que tenía el violín. Y hoy en día como se ha propagado ese instrumento. En Santiago hay muchos chicos que estudian violín, y me tienen a mi de referencia.
Hoy decir Peteco Carabajal es decir música, guitarra, violín. Pero qué hace Peteco Carabajal en su tiempo libre.
Como hobby y como deporte, me gusta mucho el fútbol. Siempre lo he practicado. Toda mi familia fue amante de este deporte, y algunos han llegado a jugar profesionalmente en Santiago. Y yo siempre he estado ligado; aún ahora juego en torneos de veteranos de La Banda. Al fútbol, lo considero muy importante en mi vida, porque es la posibilidad que tengo de mantenerme. Si no lo jugara, creo que me iría muy mal físicamente en la vida, porque otra cosa no hago. Es el único medio que tengo para movilidad el cuerpo.
Y el fútbol me ha permitido conocer mucha gente también. Por ejemplo, jugar en torneos donde juegan jugadores que han sido profesionales, compartir con ellos, conocerlos. Así que siempre estoy agradecido al fútbol, por todo lo que me brinda. Considero que también yo soy futbolista.
¿Hincha de qué equipo?
De Boca
¿Y además del fútbol, tenés otro hobby?
Hace dos años más o menos, he comenzado a pintar con óleo. Por mi cuenta. Todos me dicen que busque un profesor, pero pienso que si yo he agarrado por mi cuenta la guitarra, el violín, también puedo agarrar los pinceles solo y practico.
Alguna vez alguien dirá si tiene valor o no lo que hago a nivel de técnica y esas cosas, pero por ahora lo tomo como una forma de comunicarme con algo tan hermoso como es la pintura y que me brinda muchísimas cosas. Casi al mismo nivel, o tal vez más, que lo que siento cuando toco un instrumento.
Al escuchar hablarte, uno escucha un ser lleno de inspiración.
Es que la música y la pintura son distintas, pero tienen sensaciones y producen cosas más o menos parecidas. La emoción y el resultado están ahí. Vos tocás las guitarra, y ya estás escuchando un resultado. Y con la pintura vas viendo como se van creando las cosas.
Su árbol genealógico
Tus raíces. Contame acerca de tu familia...
La cosa comienza con mis abuelos, Rosario Carabajal y María Luisa Paz de Carabajal. Ellos se instalaron en la ciudad de La Banda a comienzos del siglo pasado y han tenido doce hijos varones: el número cinco es mi papá. Después cada uno de esos doce, han creado su propia “tribu”. Y por ejemplo, con el matrimonio de mi viejo y mi vieja, hasta el día de hoy, somos treinta integrantes: cuatro hijos y veintipico de nietos. Y eso va a ir creciendo aún más. Además, a eso lo tenés que multiplicar por doce, y hoy en día somos alrededor de 300 personas los que derivamos del matrimonio de mi abuelo y mi abuela.
Mi abuelo era músico aficionado. Tocaba varios instrumentos. Y a través de él, en la casa siempre hubo ambiente musical. Y sus hijos Héctor, el mayor, mi viejo Carlos, y Agustín, son los que llevan esa cuestión familiar y de afición al campo profesional. Son ellos tres los que salen de Santiago, empiezan a armar grupos, a participar en Buenos Aires. Y ellos han participado de las formaciones más notorias de un tiempo en Santiago del Estero. Mi viejo participó con los Hermanos Simón, con los Hermanos Ríos, con los Toledo, ha sido integrante de los Manseros Santiagueños, de Los Cantores Salabina.
Y después, en el año 1967, se forma el conjunto Los Carabajal. De esa fecha hasta el día de hoy que sigue el conjunto. Y por ese grupo hemos pasado todos. Y hoy en día yo estoy como solista, Cuti y Roberto como un dúo, mi viejo también canta, están también Roxana y Gabriela; y los más chicos que ya están empezando a hacer algo.
Por otro lado, dentro de la familia, ha habido otros que han tenido la afición por la música, pero que no la han llevado adelante como forma de vida. Ellos trabajan en otro tipo de cosas, pero la gran mayoría tiene esa inclinación por la música...y también por el fútbol (risas).
Y las mujeres, amas de