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Este año, nuevamente, los talleres dieron la nota con más de setecientos cincuenta alumnos inscriptos de diferentes partes del país. Los conciertos, que empezaron anoche con epicentro en Teresa Parodi, tuvieron una diversidad de climas con delicados sonidos y propuestas innovadoras. Hoy actúa Peteco Carabajal en el Centro Cultural Lavardén.
El Encuentro, que nació en el seno de un grupo de músicos independientes para estimular el aprendizaje y abrir un nuevo escenario para las propuestas originales y poco comerciales, ya se convirtió -por mérito propio- en un hecho necesario para la música de raíz folklórica. La clave del éxito reside en sus dos pilares esenciales: los Talleres de Grandes Maestros y el Ciclo de Conciertos.
Los Talleres dictados por prestigiosos artistas del ambiente despiertan un importante interés entre los alumnos que viajan de toda la Argentina para aprender algo nuevo, y en su descanso, pintan una postal única al mezclar sus instrumentos (guitarras, bombos, flautas y otros) al compás del tumulto de las peatonales de la ciudad.
Afortunadamente son muchos los interesados en aprender, gracias a una Comisión Organizadora que no sólo puso a disposición colectivos -salieron del Sur y Noroeste- sino que también destinó un subsidio para que el alojamiento no resulte una mochila pesada.
Este año, los Talleres de Grandes Maestros rozaron la docena con una amplia temática -y algunos- como Ensamble Vocal (Fernando Carmona), Técnica Vocal (Lorena Astudillo) y Ensamble Instrumental (Lilián Saba), tuvieron que colgar varios días antes de su comienzo el cartel de “Cupo Completo”.
También resultaron interesantes los dictados por Juan Pablo di Leone ("Tocar escuchando"), Hilda Herrera y el CIMAP (Piano), Omar Gómez (“El bajista como percusionista”), Jorge Jewsbury (“Una Guitarra y nada”), Silvia Zerbini (“Cuerpo en el espacio, con sentido y con ritmo”) y el de Horacio López (Percusión).
A diferencia de las ediciones anteriores, los Talleres se dictan en distintos lugares -Centro de la Juventud, Isla de los Inventos, Parque España y Casa del Tango-, frente a una imponente costanera rosarina que funciona como lazo de unión de todos estos nudos neurálgicos, donde hasta el sábado se concentrará la mayor atención.
PARA SENTARSE A ESCUCHAR
Desde ayer hasta el domingo, en algunos de los mejores teatros de Rosario, el Ciclo de Conciertos dará lugar a propuestas musicales originales que intentan hacerse conocer con el apoyo de colegas que ya ganaron su espacio.
Anoche en el Centro Cultural Lavardén, delicados sonidos hicieron vivir momentos eternos. El joven músico local Damián Verdún, con un legado artístico ineludible, puso en marcha la primera jornada con una soberbia interpretación de “La colorada”. Son solo tres en escena y el ensamble de charango, bajo y percusión, es perfecto.
Sin intervalo de por medio, Damián homenajea a su instrumento con “Charango y bajo”, para continuar con “Pedacito de cielo” y despedirse al ritmo de “Carnavalito del duende”, entre un aplauso cerrado de un teatro colmado.
Desde Capitán Sarmiento, Buenos Aires, Julio Lacarra suelta al aire sus versos y en la sala no vuela ni una mosca. Acompañado de un piano, interpreta una sutil versión de “Para ir a buscarte”, de la dupla Toro- Petroccelli. Este cantautor inquieto, de una talla enorme, logra un clima cómplice con sus interlocutores y los despide con un reconocimiento a aquellas personas que no abandonaron este suelo: “A los que se quedan”.
Mas tarde, llegó Teresa Parodi al escenario para transitar canciones memorables de su autoría como “El otro país” y brillar con una sonrisa grande al cantar “Tarumba”, “Barco quieto”, en reconocimiento a María Elena Walsh y “Piedra y camino”, en medio de una platea que la abrazaba de pie. Así, la correntina cautivó por segunda vez consecutiva al Encuentro de Músicos.
Para el cierre, Matereré de Misiones sonó a original con una propuesta delicada y un homenaje a su ex compañero, el recordado guitarrista Horacio Castillo. Con ellos, y entre los aplausos de un público orgulloso de su música más honda, el primer Concierto demostró nuevamente que hay otro canto que rescata -sin dudas- a la música popular argentina desde lo académico y lo creativo.
Razón suficiente para celebrar que nuestro folklore se mantiene en la búsqueda y está vivo.