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La presentación de Ramiro González y Medio Rejunte en El Empujón del Diablo, en el barrio de Palermo el 19 de junio, fue una conjunción particular de idealismo, poesía, amargura, humor, y por supuesto, mucho folklore.
La noche se abrió con González recitando un poema cargado de esa mística sensible tan propia de los trovadores de nuestra tierra. A esto le siguió una chacarera que expuso la riqueza literaria con la cual el cantautor deleitó a la audiencia durante toda la noche.
El músico no sólo mostró talento para la poesía sino una muy buena voz para entonar sus canciones. En concordancia con la energía que bajaba desde el escenario: esfuerzos, tradiciones y la belleza natural de las cosas, todo esto descripto con simpleza lírica por momento grandilocuente, tan típica de nuestro folklore.
El riojano habló de la guitarra como una herramienta de trabajo comparándola con una pala, estas palabras se vieron reflejadas en la fluidez con la cual uno imagina compone González, donde el esfuerzo está en la intención de trasformar un sentimiento de injusticia o de amargura en belleza. En ese tono se desarrollaba la noche; matizada por la anécdota del disco grabado hace ocho años y editado recientemente. Asimismo nos enteramos que está hace un par días en Buenos Aires, y compartió varias noches con amigo, “Tengo la voz un poco tomada”, comentó, motivo por el cual se disculpa.
Pegado a esto suena “Contraolvido”, canción de ritmo rioplatense, seguido se escucha “Vidalero de chilecito”, dedicada a Chiche Acosta. Luego, “Madre guajira”, canción dedicada a su madre quien cada vez que él salía con sus amigos, lo esperaba despierta sin importar la hora, la dedicatoria se hace extensiva a todas las madres, que viven hoy en día con el miedo a la inseguridad.
En este punto de la noche el talento flota en el aire y los aplausos entregados en forma calurosa y espontánea son el premio al finalizar cada canción del trovador riojano, en cada tema se puede sentir el espíritu de su disco: Mojando la vida, un deseo genuino por el cambio en la mentalidad de los hombres, a través de un medio tan sensible y profundo como la música.
La noche toma color rizomático (quizás el que tuvo todo el show fue así) cuando se escucha La moneda, donde aparentemente no pasa nada, una persona pide un deseo al arrojar una moneda en una fuente, la idea es como hasta la más mínima de las cosas influyen en el universo, la idea surge del robo de la guitarra de González, un señor escuchó en la radio el hecho y juntó plata con los amigos, le compró una guitarra, y se la regaló. El gran músico Ramón Navarro se encontraba entre los presentes, y González respetuosamente le dedica una canción, la cual Navarro agradece, lo mismo que el aplauso del público de forma sentida.
La última canción está dedicada a las trabajadoras de la vid que cobran un centavo por el kilo de vid recogido, y es la metáfora más clara de la presentación, un hecho cargado de tanta injusticia y que conlleva tanto dolor transformado en algo tan noble y puro como el vino que “algunos de ustedes disfrutan en este momento”.
A continuación la noche se muda de ropa, para darle lugar a Medio Rejunte que entrega una mezcla de humor chacarera y un toque de rock.
Los chicos de Avellaneda abren su espectáculo con “Mi barrio”, donde podemos escuchar las escenas típicas del folklore en los suburbios, seguido “Soy cantor”, luego chacarera para los pibes, y para Gesell, entre tema y tema siempre se escuchan chistes por parte del cantante, y la esencia de su música pareciera perderse, pero está ahí, todas las canciones son dedicadas con un afecto real a seres, momento y lugares que significan mucho para la banda. El humor se hace sentir más que nunca cuando tocan una chaca flogger, y “La botinera”, dedicado a las botineras que tanto abundan por estos días.
La alegría del trío desborda entre las anécdotas de ex jugador de fútbol devenido en músico, de su cantante, y la simpatía de sus canciones, hace participar al público, y hasta le llegan a pedir disculpas a Ramón Navarro por lo de los flogger y las botineras, esto queda opacado con el talento del guitarrista de la banda para tocar la guitarra, la buena voz de su cantante y las buenas ideas de su percusionista.
La noche se clausura con “Wantanamera”, la misma la canta el trío junto a Ramiro González.
Veamos, aca el resumen de una noche muy de este siglo. Todo estuvo entremezclado, la frivolidad, la amargura, la belleza, las injusticias, la poesía las tradiciones y el humor; todo bajo un mismo eje: la música.