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Notas
CRÓNICA EXCLUSIVA


02/06/2010

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RECORDAR


Una noche fría y sin luna pretendió opacar la gran fiesta que prometían Los Nocheros en la ciudad de Santa Cruz (Bolivia) el sábado pasado. No obstante y con el romanticismo que los caracteriza lograron caldear el ambiente interpretando los temas más representativos de sus casi 24 años de trayectoria arrancando gritos y suspiros en un concierto dedicado a las madres bolivianas por su día.

En el marco de su gira por Latinoamérica para promocionar “La otra Luna”, su nuevo trabajo discográfico, el grupo vocal compuesto por Mario Teruel, Rubén Ehizaguirre, Kike Teruel y Álvaro Teruel brindaron una velada inolvidable a las madres y a todo un público que sigue nuestra música en el Centro de Convención Sonilum.

"Señal de Amor" fue el tema que inició el concierto, pero canciones como "Las Moras", "La Yapa", "Chacarera del Rancho" y "Entre la Tierra y el Cielo", más un popurrí de inolvidables zambas hicieron que el público cruceño tarareara con vehemencia.

El nuevo trabajo discográfico además de presentar nuevas composiciones como Dime tiene sayas y tinkus que son ritmos y danzas populares y tradicionales de Bolivia.“Toda la influencia musical que tenemos en el norte argentino también viene de Bolivia. Así como en Tarija cantan la zamba salteña, nosotros tocamos sayas, morenadas y tinkus”, manifestó Rubén a un público eufórico que bailaba y cantaba sus ritmos autóctonos motivando a la pachamama.

La fiesta se puso de fiesta con "Mamá, mamá" que puso calidez al ambiente y donde el cariño hacia las madres presentes, que el pasado 27 de Mayo festejaron su día, se manifestó fervorosamente.

Fue un recital lleno de alegría donde se pudo sentir con genuina emoción nuestra música argentina enlazada con la boliviana poniendo de manifiesto que para la pasión popular no hay edad.., no hay etnias.., no hay fronteras… Chacareras, zambas, morenadas, tinkus y sayas exaltaron los sentimientos de todo el público que se levantó para bailar y cantar al ritmo de Los Nocheros.

La noche fría y sin luna se envolvió de brillo, calidez, euforia y romanticismo haciéndose inolvidable para las madres bolivianas presentes, como también haciendo sentir la grandeza y fuerza espiritual de este bicentenario continental.


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