Ayer, a las 21:30, se presentó en La Peña del Colorado la cantante Marina Santillán para seguir mostrando el repertorio de su primer disco, Mar adentro, editado hace casi un año.
Con dos músicos que la acompañaban en el escenario, Pepe Luna en guitarra y Facundo Guevara en percusión, Santillán, que tenía puesto un llamativo vestido de varios colores, ordenó al grupo detrás de su dulce voz, que fue ganando intensidad con el venerable rasguido doble de “El cosechero”, de Ramón Ayala.
Seguirían con la chacarera “De la raíz a la copa”, de Pepe Nuñez y Juan Falú, y “Marina”, de Sebastián Monk. “Uno sabe cómo son esos momentos cuando él está roto, por eso hice este tema para repararlo”, fueron las primeras palabras que Marina pronunció a mediados del espectáculo antes de hacer “Corazón”, uno de los temas propios que contiene el CD. Continuaron con “Mar adentro” donde dejaría en claro que su voz refleja emoción, entusiasmo y elegancia que desbordan el escenario.
Llegaría el momento de presentar al primer invitado de la noche: Quique Condomí (violín), para hacer “Lo que usted merece”, de Jorge Fandermole. Al finalizar la canción, Marina dejó por unos instantes el escenario para que los músicos hicieran una especie de set con el violín, guitarra y la batería para lograr un trabajo impecable en la construcción de cuadros rítmicos.
Más tarde, con Santillán nuevamente sobre las tablas, llegaría el otro invitado de la noche: el tecladista Leo Sujatovich, ex Spinetta Jade. Prosiguieron con “Zamba del duraznillo”, de Hamlet Lima Quintana y Oscar Alem, "Quedándote o yéndote", una canción de Luis Alberto Spinetta de 1982 y La chacarera de Galo García, “No me olvides si me muero”.
Los tíos bisabuelos de Marina, Ángel y Vicente Greco, fueron los creadores de la guardia vieja del tango, fundadores, además, de SADAIC, y compositores de tangos notables como “Rodríguez Peña” y “Ojos Negros”.
Nno fue extraño, entonces, que ella quisiera despedir la noche con el vals “1947”, música de Héctor Stamponi y letra de Homero Expósito. Para el bis, quedaría “Para un amanecer”, de Miguel Condomí, desaparecido en 1976. Y ya, cuando los ritmos se aquietaron, el público dejó ir a la artista después de un aplauso que parecía interminable.