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Notas
ENTREVISTA


26/01/2010

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RECORDAR


Mendoza estuvo dignamente representada por dos referentes de su cultura: Pocho y Jorge Sosa, el primero cantor y el segundo periodista y recitador. Cosquín los vio brillar con un repertorio exquisito que recorrió su tierra con gran prestigio: "Claveles mendocinos", "Mi negra se me ha ausentado", "Virgen de la Carrodilla", "Los 60 granaderos", "Entre San Juan y Mendoza" y "Calle Angosta".

Luego de la presentación, en la mesa del bar que sirve también como bienvenida y despedida de los artistas que pasan por el festival, Jorge Sosa dialogó con FolkloreCLUB.

¿Qué valor tiene la palabra por estos días y dentro de este marco del festival, qué significación toma?

Qué pregunta linda… da para tanto… a mi me parece que el folklore nuevo está desgastado de palabras y exige una renovación en los conceptos que nos abarquen como pueblo, como un segmento del pueblo, no como un amor, como un romance exclusivamente. El pueblo es lucha, esperanza, sufrimiento y el folklore tiene obligación de reflejarlo. Lo hicieron los grandes cuando comenzaron con el manifiesto del Nuevo Cancionero, estoy hablando de Hamlet Lima Quintana, Armando Tejada Gómez, Cuchi Leguizamón… lo hicieron y lo pusieron. Todos cantábamos sus canciones. Ahora me parece que hay como un menosprecio por la palabra. Me siento muy bien de haber podido rescatar lo que nosotros hacemos, que es darle importancia a la palabra. Mucha importancia a las canciones pero también a las glosas y a las palabras que incluyen las canciones, esto es lo fundamental. La nueva creación. Ojalá recupere la vena poética magnífica que nos nutrió de canciones inolvidables que todavía cantamos y seguiremos cantando por toda la vida.

¿Cuál es la vena poética actual?

El romance, el romanticismo, el franeleo. Perdón, pero de alguna forma tengo que decirlo. Está bien, yo no voy a discutir eso, eso es un sentimiento puro, noble, el mejor de todos. Pero el folklore no es todo eso, el folklore lo cantaba don Atahualpa Yupanqui, la Negra, y dónde están las nuevas creaciones que sigan esas líneas, yo no los veo. Salvo los tradicionales como Víctor Heredia o León Gieco, pero yo no veo propuestas nuevas en ese aspecto, pero me preocupa porque no podemos perder esa valoración. En el manifiesto del que te hablé, se le daba mucha importancia a la palabra, entonces rescatándola como una forma de describirnos, noble, pura, sumamente bella, pero también comprometida, social, metida hasta los huesos en lo que nos pasa. Somos nosotros, no es un sector de nosotros. Nosotros es una de las palabras más bellas de nuestro idioma: los otros que nos pertenecen. Esos son nosotros. Nosotros que tenemos la posibilidad de escribir y de hacer, tenemos que reflejarlos. Por eso estoy preocupado. Esta noche hemos tenido  un buen empujón, una certeza de que la gente responde cuando vos armás un espectáculo y le das importancia a la palabra. Terminamos muy bien, emocionados, contentos por estar en los cincuenta años de Cosquín. Hemos disfrutado mucho.

Jorge, venir con un  repertorio netamente cuyano y poder decirle a Cosquín viene desde esa región tan hermosa del país, te pregunto, si el cuyano debe salir más a caminar el país.

Recién hablábamos con Víctor Pizarro con eso, que es un gran conocedor del folklore cuyano y él vertía un concepto: el cuyano no se prepara para salir. Es como si hiciéramos lo que hacemos después de un asado. Nosotros preparamos todos, nos dieron dieciséis minutos y dijimos, va esta poesía, esta palabra, preparamos algo y entonces demostramos que el folklore cuyano tiene sentimientos profundos como el de la tonada, pero también tiene alegría con el gato, con la cueca, con los dichos cuyanos que también los dijimos. Hoy rescatamos por ejemplo la esencia del dicho cuyano, ese segmento de la poética que es mirada de soslayo por aquellos que manejan la literatura y dicen que las coplas cuyanas son versos menores: las pindongas. Probá en cerrar una idea con solo cuatro versos… vamos a ver si es fácil. Y eso es la copla, el dicho cuyano. Nosotros hoy lo reflejamos en escena y nos dimos el gusto de hacer un espectáculo esencialmente cuyano sin concesiones.


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