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Notas
CRÓNICA EXCLUSIVA


17/11/2009

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RECORDAR


“Mis recuerdos retumban en mi memoria y en todos estos temas que vengo a ofrecerles”, explicaba en una parte de la noche el por qué del nombre del disco que el día sábado estaba mostrando en la Sala Carlos Carella del Centro Cultural Cátulo Castillo. Después de haber  grabado siete discos, pasar por el grupo de Jaime Torres, Tomás Lipán actuará durante todo noviembre con su espectáculo “Retumbos”.

Lipán (Voz, guitarra, bandoneón, caja, erquencho, anatas, sikus) estuvo acompañado por Luis Bravo (Charango y 2ª voz), Franco Tolaba (Quena, sikus, quenacho, erke), Fita Ríos (Piano, sikus, anatas), Walter Peñalva (Guitarrón) y Andrés Cazón (Bombo y redoblante).

Primero se escuchó un poema en off llamado, como el disco, “Retumbos” y luego, si, entraría al escenario Tomás Lipán vestido con pantalón y camisa negra, envuelto con un tradicional poncho marrón, acompañado por su banda para hacer “Santa Rosa y sacatripa”.

 El músico que aprendió su oficio pastando cabras en su tierra natal, Purmamarca, seguiría con la zamba “La molineña” y “El minero”,  una tonada huayno de Jaime Medinacelli que cuenta y reclama las penas de esos trabajadores y que puesta en la voz de Lipán, por momentos, rememora, tal vez, por su también particular estilo para decir, al cantante uruguayo Daniel Viglietti. Una búsqueda de denuncia social, que además el jujeño reflejó esa noche en la excelente versión que hizo de “El cóndor pasa”, la legendaria zarzuela peruana, compuesta por Daniel Alomía Robles, sobre las luchas entre los conquistadores e incas en el asentamiento minero de Yapac.

Continuaron con la zamba “La jovita Pérez” con la particularidad que en escena entraron dos parejas de baile del "Ballet Folklórico de la Facultad de Medicina de la UBA" vestidas con atuendos alegóricos para armonizar los cuadros que cada espectador se iba formando por dentro completado, quizás, por las evocaciones del paisaje y vivencias propias.

Seguirían con el bailecito de Rigoberto Rojas “Una lágrima”, que da cuenta de la nostalgia que también se vive en el Norte del país, como en otros lugares: “Una lágrima he vertido… más amarga que el olvido”. Entre tema y tema, el músico tomaría una taza negra apoyada sobre la mesa y que según sus palabras “es té porque ando con un poco de toz”, aunque en realidad tiene vino, como el mismo se encargaría luego de reconocer contando un chiste: “Me gusta el vino, pero cuando veo caer el agua clara, transparente y fresca de ese manantial cristalino... ¡me sigue gustando el vino!”.  Luego, vendría “Cueca de los coyas”, de Oscar Valles y Antonio Pantoja.

“Esta canción la compuse con motivo de cumplirse los cien años de La Quiaca”, explicaba Lipán antes de dar paso a “Carnavalito Quiaqueño y en otro momento del recital diría: “Atahualpa Yupanqui nunca grabó “Humpa”, fue una canción que fue pasando de boca en boca, por eso decidí hacerla”, contaba sobre la zamba inédita que, además, significa triste, apenado, cabizbajo.

Tomás Ríos (su verdadero nombre), bautizado artísticamente Tomás Lipán en honor a un caserío de adobe llamado así,  donde nació su padre, su abuelo y los abuelos de su abuelo, seguiría hablando con su público, antes de hacer la “Chacarera del Florencio”: “Cantando ésto mi papá ha conquistado a mi vieja y la he grabado tal cual él la tocaba en su forma de puntear y de rascar la guitarra”.

Más adelante, prosiguieron con “Coplas populares” y para terminar con la presentación del disco, antes del invitado, tocaron el carnavalito comparsero, que él mismo compuso, llamado “Los alegres del Molino”.

Lipán abandonaría el escenario para que apareciera el convidado de la noche del sábado: José María "Coya" Mercado, charanguista de 70 años que es referente de músicos como Jaime Torres y que esta vez, estuvo acompañado por su mujer en el canto: Mariel Cerezo.

En cada presentación de Lipán hubo un invitado distinto, donde ya pasaron Flor Dávalos, Balvina Ramos, Fortunato Ramos José Ceña, entre otros.

Mercado realizó un breve repaso de su historia por medio de sus obras más populares: "Soy de la puna", (que se hizo famosa en Francia y en Japón gracias al reconocido aerofonista Uña Ramos), "El Aguilareño", "Linda purmamarqueñita", "Clavelito tilcareño", que se cantan en todo el Norte Argentino y retratan la vida cotidiana de hombres y mujeres de Jujuy.

Más adelante, en la segunda parte del show, Lipán volvería a las tablas para hacer temas de sus trabajos anteriores, algunas joyitas como “Bagualera de albahaca”, “Clavelito tilcareño”, “Soy de la puna”, “Piedra y camino”, “La vi por vez primera” y “El quebradeño”.

La función terminó cuando todavía la voz de Tomás Lipán parecía seguir rebotando en la sala mezclada entre los extensos aplausos y los recuerdos que habíamos dejado escapar que uno a uno volvían a nuestra memoria.


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