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La multitud sentada en sus butacas perdida entre las luces media bajas del estadio explotaron cuando la figura del cantor, se dio a conocer…los brazos de la gente, arriba, los músculos erguidos repiqueteando sus palmas con violencia y excitación siguiendo la felicidad tras la mueca del llanto emocionado y la inexplicable sensación que corre por la entereza del cuerpo de cada espectador que llenó el Luna Park.
Don Horacio Guarany apareció por primera vez en el escenario con su poncho negro y sus brazos al viento sintiendo la libertad del canto y el regreso…todo aquel que no comprende, no sepa expresar ni comunicar e ignore a este símbolo-escuela de la cultura nacional, traducirá como secta o presencia superflua, lo que solo lo entiende un fuerte y visible sentimiento extendido en el tiempo con reconocimiento y voz: “¿Imagínense la alegría de mi corazón? Ustedes me dan fuerza, ánimo, cuánto les debo, yo no soy nada sin ustedes, ustedes me hicieron, me aguantaron en las buenas y en las malas….”.
La figura del “Potro”, fue la de siempre, la que supo del manejo del escenario mostrando lo destacable entre la historia y el presente, el hombre que conquistó al pueblo con la música y con el canto, pero con la ventaja de ser también “La palabra autorizada”, el ejemplo y la moraleja de la experiencia en la vida: “Fui criado prestado a un boliche, ahí estuve hasta que pude volar, venía del monte del chaco santafesino, con sexto grado de una escuelita… pero fue el canto…esa maravilla del mundo, la canción, con la que se nace, no es un ritmo y una melodía , es la misma sangre del hombre y el pueblo, la savia del árbol, el canto es la identidad…”.
Quedó demostrado el deseo interminable del canto ya que, casi 3 horas estuvo en el escenario y no solo habló de su vida e interpretó las canciones que sus fanáticos quisieron, sino también, su expresión agradecida por la compañía de los músicos, como los 43 años junto al bombisto Miguel Acuña, además Raúl García, Yuyo Gonzalo y Eduardo Semerario, pero también los históricos que tuvieron su lugar en el "Adiós Luna" como Pucho Toledo y Negrín Andrade en guitarras y Juan Carlos Tenaglia en bombo, recordando comienzos junto a ellos interpretando “Cuando ya nadie te nombre”.
Supo enloquecer a la gente y también, rodearla de reflexión y admiración con momentos importantes de su vida, como dejar al descubierto lo concreto del ensueño cuando los días le dieron otro eslabón de felicidad con el nacimiento de su hijo Pancho y antes de dedicarle “Cachorrito” a él y a su mujer, Guarany comentó: “Venía con Palito, mi compañero de 43 años, en un auto y le decía, va a nacer Pancho, mi hijo, ¡Pucha! …ahí empecé a escribir….”
Cada historia tuvo su canción y entre ellas “Perdón Doctor”, fue el cambio inteligente de cambiar la euforia por la admiración: “Recuerdo cuando vi a ese niñito, allá por San Antonio de Areco, que tenía 10 u 11 años…se le murió el padre y se hizo cargo él de la chacra con la madre, y entró a trabajar en el campo…”. La voz de Guarany se tradujo en las caras de los espectadores…ellos que se transformaron en ojos de vidrio pasajero con la sal queriendo escapar, con las manos en aplausos que no alcanzaron para agradecer lo que el seguidor ve y siente…
Y de la admiración, al llanto, a la nostalgia, a sentir las palabras que el artista supo decir con los años, como cuando el poema de Belisario Roldán, el Adiós, llegó con su protagonismo; solos los tres, la voz de Guarany, la poesía del escritor argentino y la gente, en silencio, con los ojos cerrados, transportando cada línea del manuscrito histórico, necesaria previa de amor, sufrimiento y fidelidad al corazón para entender “Canción del adiós”.
No hay que negar el dolor que aún conserva por sus denominados “Enanos de la mente” cuando repudia sus procedimientos y anulación a los subversivos, aquellos que sin quererlo, por cuestión de inclinaciones, cayeron en la misma bolsa: “No puedo dejar de pasar sin recordar las cosas que nos duelen porque lastima a todo el ser humano; cuando el hombre lucha y consigue un título, una jerarquía, un poder… y cuando llega a eso no es capaz de aceptar la discrepancia ideológica del otro, es un pobre hombre, da lástima…Cuántos murieron por esa ignorancia del hombre, cuántos fueron callados, silenciados, cuánto se le roba a la vida cuando se le impide actuar, hablar, escribir, publicar, al que piensa distinto del que manda, ¡que estupidez!, se muere el hombre, y el país…”
Seguidamente, expresó: “La plata destruye los verdaderos valores de la vida, compra felicidad y no es así, hay que ganarla. Por eso fíjense mañana, por favor, cómo está el mundo, todos peleando, sigue la violencia, la violación, los destrozos; todavía el hombre estúpido sigue fabricando armas para solucionar un problema, la muerte no la soluciona, y así destruyen escuelas, teatros, iglesias, casas, hospitales con las bombas para decir…YO SOY EL QUE MANDA. Esa no es la vida, hermano, es el amor, la solidaridad, compartir la alegría pero no la muerte. A mi me rompieron la casa tres veces por pensar distinto, me echaron del país, ¡que tontos! pero no les guardo rencor y los perdono que sean así, pobre gente…¿Romperme la casa porque no pienso como ellos?, y me prohibieron, me echaron del país 10 años, me dan lastima, no bronca…Traidor a la patria, me dijeron los de la triple A y López Rega, pobrecito, pobre infeliz, ojalá que San Pedro te esté meando la tumba”.
Fue en ese momento cuando comenzó Don Horacio a interpretar una de las mejores poesías de su autoria, “Porque grito”: “Ellos quieren que calle porque mi silencio les ayuda a golpear al indefenso, les tienen miedo al puñal de mi guitarra…Quieren que calle, quieren que tan solo mi canto hable de amor o de paisajes, a mi me duele el dolor de tanta gente que le han talado con hambre su coraje; vengo a gritar aquello que otros callan, de amor y besos abundan los cantores, yo traigo el grito herido de mi pueblo, NO ES CULPA MÍA SI NO TRAIGO FLORES, CARAJO!!!!!”
Su show no fueron solo las históricas canciones, sino aquellas que marcaron un antes y un después en su vida como “Con la raíz afuera”, “Recital a la paz”, “Caminante si vas por mi tierra", “Muero con mis muertos” o muchas de sus últimas grabaciones como “Agüita fresca” y “Yo tengo un amigo nuevo”