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Notas
CRÓNICA EXCLUSIVA

SOLIDARIDAD Y FESTIVAL DEL PUEBLO


24/09/2009

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RECORDAR


La séptima edición del Festival de Tri-Chaco, realizado en Santa Victoria Este, Departamento Rivadavia, Salta, pasó acompañado de un aluvión de aplausos de los miles de turistas que visitaron durante tres noches el pueblo salteño y disfrutaron de grandes artistas, como el ideólogo del encuentro, El Chaqueño Palavecino, Los Nocheros, Soledad –los tres juntos rememorando La Fiesta-, Los Tekis, Mariana Cayón, Mariana Carrizo, Pitín Salazar, Las 5 Voces y Las Voces de Orán, entre otros.

El folklore se vistió de gala en el escenario principal y dejó recuerdos imborrables en que brillaron para los visitantes, Las Voces de Orán, la sorpresiva visita del del Dúo Suárez-Palomo con la chispa santiagueña tradicional, Fermín Torres con todo el ritmo del Chaco Salteño y la danza con el Ballet Nacional de Bolivia entregando color  hermano en el escenario. 

En cuanto al anfitrión, oriundo de Rancho El Ñato, solo fue ovación su actuación, recorriendo su discografía por casi dos horas y dejando fluir un ambiente de hermandad que permitió unir cantores como El Chaqueño Palavecino cantando “Escondido de la Alabanza”, con el Dúo Suárez-Palomo; con Mariana Carrizo haciendo coplas populares llenas de picardía, con Pablo Achaval o junto al Grupo Ternura haciendo cumbias que también alegraron el predio como lo hicieron Los Lirios Colombianos la primer noche.

Además hubo otros ritmos tradicionales del folklore como el chamamé maceta con Pastor Luna, o música andina con jóvenes interpretes como Los Jayitas; cabe destacar la actuación sobresaliente de Los Hermanitos Ojeda, que a pesar de no contar con su voz cantante, provocaron lágrimas de felicidad al interpretar el Himno Nacional Argentino, el santiagueño de Fernández, Nica Maldonado, entre chamamés y chacareras fue el único intérprete en regresar dos veces al escenario aclamado por la gente o el violín del jóven Franco Gómez, invitado por Las Voces de Orán

La historia que protagonizaron Oscar Esperanza, Los Nocheros y Soledad en el estadio José Amalfitani -Vélez-  de Buenos Aires, dijo presente en Santa Victoria y la euforia popular de la parcialidad festivalera trichaqueña selló con la firma del éxito, la consagración del cierre, por eso fue así que La Fiesta, se llevó el recuerdo de la séptima edición.

Pero no todo fue un escenario principal, porque también el festival estuvo en las calles de tierra, ya que encendieron su cadencia con música, vino y cerveza, de humildad en su gente ante multitudes argentinas que sintieron el calor de un pueblo hermano en cada rancho soleado, con la parrilla preparada y los asados humeando la aridez del clima, con los animales descansando en su tierra sin corral, corriendo como amigos, cochinillos, gallos o perros; con la cuadrera y pialada de jornada amanecida, siendo todos ellos el exterior del predio pero en sí, el verdadero festival de la gente.

Siempre la guitarra, el bandoneón y el violín fueron compañeros de los nativos y turistas, de los criollos o aborígenes, del Pilcomayo besando la tripartita Argentina-Bolivia-Paraguay, los weehayeks, y las costumbres, que recibieron la fiesta con las coplas que Salta siempre entregó por generaciones.

Además de los shows, Oscar Esperanza Palavecino mencionó que, el Festival, fundamentalmente, tenía fines solidarios: “Es una festival solidario para 29 escuelas rurales que limitan con la frontera de Bolivia y Paraguay, para los maestros, para obtener los útiles necesarios y también, es una fuente de trabajo para toda la gente..no hay otra forma de traer gente de afuera de forma masiva, por eso es una oportunidad de generar ingresos al pueblo…”.


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