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La cantante japonesa Anna Saeki, de visita en la Argentina, presentó su último trabajo titulado “Yo vengo a ofrecer mi corazón” los días viernes 11 y sábado 12 de septiembre en el Teatro IFT.
El concierto del día viernes fue impecable, absolutamente contundente y en el mejor estilo de uno de las más notables cantantes que hace años comparten escenario con las grandes orquestas de tango cuando giran por Japón y Europa. La cantante nipona estuvo acompañada por Popi Spatocco, legendario músico de Mercedes Sosa (piano y dirección), Jorge Giuliano (guitarra), Daniel Falasca (contrabajo), Eleonora Ferreyra (bandoneón), Rubén Lobo (percusión), Jorge Bergero (chello), Pablo Sangiorgio (segundo violín), Fernando Hermman (viola) y Pablo Viltes (aerófonos y charango).
La japonesa que se dio el gusto de grabar junto a figuras como Mercedes Sosa, León Gieco, Liliana Herrero, Teresa Parodi y Verónica Condomí dividió su presentación en dos partes: una para el tango y otra para el folclore, intervalo mediante. Todos los temas los interpretó mitad en español y japonés.
Anna, a pesar de no saber hablar el idioma castellano, canta por fonética con una pronunciación asombrosa, arrancó como si fuera una más de las nuestras, con mucha pasión, ésa misma que hasta la haría terminar un tema cantando de rodillas, con “Nostalgías”, “Malena”, “Milonga sentimental”, “Sin palabras”, “Blue Sky, white sloud”, “Mi vals”, “El mago del viento”, “Balada para mi muerte”, “Preludio para el año 3001”, y “Balada para un loco”.
Luego de un intervalo de unos veinte minutos, reapareció la bella Anna, que alguna vez fuera consagrada como Miss Sapporo, en el escenario con otro peinado, con otra prenda de vestir totalmente diferente para hacer la segunda parte que sería la de folklore. En la primera tenía un vestido largo de gala de raso violeta, y ahora lucía un atuendo formado por una babucha, con telas que hacían de poncho, todo en la gama de los colores tierra: ocres, beige, terracota, acompañados por unas botas.
Su guardarropa reflejaba prolijamente el estilo de la música que nos cantaba: la elegancia del tango, y luego la sencillez y simpleza del folklore, mostrando las caras más conocidas de nuestra música.
Comenzó con “Aika”, “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, “Luna”, “Zamba para no morir”, “Pedro Canoero”, “Canción de las simples cosas” y “Alfonsina y el mar”. Uno de los momentos más altos del recital llegaría cuando invitó a Verónica Condomí para que juntas hagan “Doña Ubenza”, donde Anna, como lo hiciera a lo largo de toda la noche, acompañó al canto con pasos y ademanes mostrando con su voz y cuerpo la intensidad con que siente la música. Con esa canción pudimos apreciar un verdadero intercambio cultural.
Siguió con “Deja la vida volar”. Para los bises quedarían “Azabache” y “Todo cambia” donde el público la acompañó en coros, y ella, obedeciendo a sus raíces, agradecía con reverencias.
Anna Saeki nos muestra que, una vez más, la música es un idioma sin fronteras, universal, que cuando se expresa con el corazón llega a todos, sin importar la raza, color, religión ni edad.