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Con la formación de su cuarteto, el rosarino ofreció el viernes un variado repertorio que recorrió chacareras, tango y bossa nova, dando lugar, además a los nuevos compositores.
El folklore es una música de raíz, es cierto. Pero también es cierto que se renueva día a día y adquiere nuevos matices, ampliando sus horizontes hacia otras músicas, hacia otros sonidos.
Uno de ellos es el sonido de la armónica. Este pequeño instrumento despliega un abanico inmenso de sonidos y aunque viene de las corrientes ligadas con el blues nortemaricano, ya tiñó las páginas de nuestro cancionero de la mano de virtuoso Hugo Díaz.
La noche se abría paso en La Peña del Colorado y abrazaba al indudable sucesor de Díaz: Franco Luciani. El rosarino pisaba el escenario acompañado de su cuarteto y el folklore, renovado, no se hacía esperar.
La velada arrancó a pura chacarera con “La bilingüe” y siguió con la zamba “7 de abril”, de Andrés Chazarreta. Una composición propia apareció con el gato “El canalla” y los aires del litoral brotaron entre los acordes de “Pescadores de mi río”, de Chacho Müller . “Nuestro país está lleno de enormes compositores poco reconocidos” dijo, mientras los presentes aún contemplaban las hermosas imágenes generadas por Müller, potenciadas por la interpretación. Así, Luciani guió al público por cuatro de las obras que forman parte de su trabajo más reciente: “Acuarelas de bolsillo”.
Cruzando fronteras, Luciani pasó del Litoral al Sur de Brasil y ofreció “Noites de São João”, incluida en el disco “Ramilonga” del brasileño Víctor Ramil. Con la voz de guitarrista Martín González, el concierto se transformó en un inmenso remanso, con una canción tenue, alegre, que se renovó en la interpretación del rosarino.
Luego, Rolando “El chivo” Valladares se amaneció entre las plegarias de “Subo” y la copla se potenció con un interesante solo del bajista Facundo Petrella.
Una sección de tangos daba comienzo con “Garúa” de Troilo y Cadícamo. Un invitado sobre el escenario: Daniel Argañarás. Y de su mano y con su guitarra las estrofas de “Ave de paso” y “Sur”. Como marca registrada, el sello de Ástor Piazzolla trajo potentes ecos porteños con “Violentago” y el 2 x 4 se tomaba una pausa.
“Vamos a ir de Piazzolla a Tránsito Cocomarola”, dijo Luciani, con su virtuosismo transformó la armónica en una acordeona y le dio vida a la magia de “La colonia”.
A esas alturas de la noche ya quedaba claro que Luciani es multifacético: Folklore, tango, bossa nova, composiciones de su autoría y entonces, lo que faltaba: una obra nueva, de algún otro joven con pasión por nuestras raíces.
“Ahora quiero mostrarles una canción de alguien que forma parte de la nueva generación de compositores. Los medios no los difunden mucho, pero eso no quiere decir que no existan”.
Entonces, la zamba enamoró a los asistentes con “Tus ojos”, de Franco Bardotti. La percusión Franco Exetier -que grabó en el disco debut de Bardotti, “Convite”- dialogaba con la guitarra y la voz de González que, junto a Petrella acompañaban a Luciani en la aventura de generar espacios para los nuevos autores de nuestra música.
Seguía la zamba, esta vez con “La Alejada”, de Cayetano Saluzzi y Manuel J. Castilla y el tango volvía a aparecer. Entre el público se encontraba la cantante Noelia Moncada. Luciani la invitó a compartir unas canciones de improviso y junto a Daniel Argañarás la joven cantora deslumbró a los presentes con sus sentidas interpretaciones de “El motivo” y “Marionetas”.
Del tango a los Hermanos Ábalos: “Gatito de Tchaikovsky” jugaba entre las armóncas de Luciani, acompañado por su grupo en una versión descontracturada, potente y alegre.
El concierto llegaba a su fin, Luciani decía: “Me gusta despedirme con está canción” y emergían los sonidos de “La puñalada”, la milonga porteña de Pintín Castellanos.
El público insistía, el grito de “otra, otra” colmó los pasillos del Colorado. Luciani dijo: “Vamos a irnos con una obra de alguien maravilloso, que es un gran ser humano y un orgullo nacional”. Orgullo, seguramente, sintió Don Ata en el cielo ante tan certeras y enormes palabras. “La pobrecita” cerraba la velada, una velada donde las piezas más clásicas del folklore, el tango y otros ritmos cercanos se recrearon entre la armónica de Luciani y su cuarteto, una de las formaciones más interesantes de nuestra música que se renueva dejando una clara huella de una tradición que se renueva todo el tiempo.