}

Notas
CRÓNICA EXCLUSIVA


22/08/2009

Vistas : 2520

RECORDAR


“Mala sombra” nos lleva a ver la locura del amor y la pasión representada por la danza flamenca y folklórica. Con dirección de Omar Pacheco y guión de Alejandra Kogan, esta obra es un espectáculo para el cuerpo y el alma.

A las personas que estaban a punto de entrar a la sala del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, los esperaba en el escenario un espejo, una puerta, un perchero y un baúl inundado de recuerdos a punto de ser traídos a la luz sin el polvo del tiempo.

Uno a uno se fueron sentando en su butaca con el conocimiento de que esta obra los llevaría por los caminos del flamenco y del folklore junto con la densidad de los cuerpos y las luces, pero lo que se vio era más de lo esperado.

En menos de una hora el público vio desplegarse a una intérprete excepcional como es Marilina Quevedo, tanto en su labor teatral como en su taconeo y zarandeo. En la primera escena la disfrutamos bailando vestida de blanco aquella danza nacida en las calles de Andalucía con un sentimiento y una fuerza inigualable. Al aparecer el bailarín Dabel Zanabria por la puerta iluminada, una disputa se presentaría entre los dos, taconeando eran sus palabras que no podían pronunciar y la presencia de un pañuelo rojo a diferencia del pañuelo marrón de ella, era el centro del problema. En el pañuelo rojo se hacía presente otra persona, una sombra de la que no podíamos dilucidar su cara. Sin embargo el taconeo fue descendiendo y llevando a los bailarines a posarse en círculos y la zamba fue naciendo, el amor quiso traspasar barreras pero finalmente ella lo alejó.

Las luces se apagaron completamente y cuando volvieron a encenderse, el recuerdo de un amor jovial fue tomando lugar en el escenario, una joven mirándose al espejo, peinándose, riendo y junto a otro joven ahogándose en su propia pasión fueron las marcas que nos mostraban el amor de ellos dos en el pasado.

Gracias al juego constante de las luces pudimos ir descubriendo a la dueña del pañuelo rojo, la bailarina Ivanna Carrizo, quien estaba besando al hombre, mientras la mujer de blanco seguía buscando en su baúl recuerdos, algo que quería sacar pero que dolía. Los cinco artistas que presentaban la música detrás de escena se prepararon para un cante que partía el corazón de cualquier mujer, en palabras que decían: “Los celos me vuelven loca, los celos me vuelven loca, lo que estuve por tu amor si antes tu no me querías”.

Y nuevamente en la zamba, los cuerpos se mezclaron con los pañuelos y el hombre y la mujer de blanco volvieron a embrujarse, pero el embrujo duró poco, la mujer de rojo aparecía y desaparecía gracias al excelente juego de luces que trasmitía que esa presencia era imaginación.

El impacto llegó cuando la mujer cambió su vestido blanco por uno negro, mientras se alternaba con imágenes del hombre y la mujer de rojo haciendo el amor, otra vez el canto marcaba con precisión la escena:“Me morí de pena mientras tu estas disfrutando, ay que dolor que mala suerte la mía, tu cariño es mi castigo”.

En la escena final se pudo ver un espectacular juego de luces, de humo y los bailarines entremezclando escenas de ellos dos de jóvenes, enamorados, felices pero siempre presente la sombra, él y la mujer de rojo haciendo el amor.

La obra terminó con el hombre posado en frente del baúl y de repente, de atrás, las manos que dieron su muerte, ella no pudo soportar a la mala sombra y en un engaño de la mente lo mató creyendo que era la mujer de rojo.

En esta obra se puede ver la fuerza del flamenco y la dulzura del folklore que nos lleva al camino del amor lidiando entre el cielo y el infierno, entre la elección de la forma de vivir o morir.

Al apagarse todas las luces, el público quedó mudo, la obra fue tan intensa y tan real que había dejado impactado a todos, los aplausos fueron naciendo de poco hasta que salieron los intérpretes, bailarines y músicos en escena y la sala entera se puso de pie.


Comentarios

Registrarse



Ingreso de usuarios