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Orozco-Barrientos volvieron a brillar en el escenario del Centro Cultural Torquato Tasso como todos los jueves de agosto donde allí se presentan. Un viaje hacia tonaditas, cuecas y gatos cuyanos se desplegaron en el corazón de San Telmo, envueltos en una magia única que solo este dúo mendocino puede crear.
Dos guitarras, dos micrófonos y una sala iluminada con velas llena de personas era el paisaje que contemplaban estos músicos de Mendoza. Y el público no era el único que estaba ansioso, en un santiamén subieron al escenario puntual a las 22 y allí se plantaron del lugar que nadie podría sacarlos. Comenzaron el recorrido de canciones alternando entre su primer y último disco, con “Bagualin”, “Los ojos del amor” y “Soltando coplas”, todos se volvieron a enamorar de la voz de Fernando Barrientos y los acordes de Raúl “Tilín” Orozco.
La energía que se sentía en la sala era única, no solo entre Orozco y Barrientos sino con su público, con su gente, con sus amigos como ellos nombraban. Y la única forma de responder al arte que estaba creándose en ese momento era con aplausos y con acompañamientos a las cuequitas que comenzaban.
Llegó la canción que le dio nombre a su último disco titulado “Pulpa”, que recibió el Premio Gardel 2009 por Mejor Álbum de Folklore Alternativo y que fue abrazado con mucha emoción por sus autores al sentirse valorados y respaldados por este disco que les ha llevado mucho trabajo.
De repente apareció una voz que refleja paisaje, tierra y tradición, presentando la canción de un amor imposible ante los ojos de los demás pero posible ante los ojos enamorados de una adolescente y un hombre mayor, que se casaron y tuvieron hijos. Así cantó Orozco una canción hecha realidad. Pero al grito de Fernando “¡no hay cueca sin gato!” nació “La margarita” y “Pensando en ella”.
Los agradecimientos se hicieron presentes constantemente por parte de los músicos y con ellos las dedicatorias de todas sus canciones, a las personas que trabajan con ellos, sonidistas, ayudantes, y también a los que trabajan en el centro cultural, compañeros del camino, de este camino que es la música, y con la humildad que los caracteriza, expresan que no pueden hacerlo solos.
Así llegó esa esperada canción que hace estremecer hasta la última fibra del cuerpo, “Tonada del regreso” que en realidad los que están sentados en las sillas son los que cantan: “cubre la luna, prende el silencio para escuchar tu voz”, esa voz dulce, sencilla y exquisita de Barrientos que también se refleja en “Zamba del sueño”.
El show que presentan estos paisanos mendocinos no solo cautiva por su música sino que se siente entre ellos una conexión muy especial que el público percibe en esa frase “somos hermanos de toda la vida”. Y así nacieron los recuerdos, Orozco habló de una canción que los inició en el camino de la música y de los amigos y con la cual en febrero de 2003, en el festival de Viña del Mar, obtuvieron el primer premio, Gaviota de plata, a la mejor canción folklórica. Todos disfrutaron de "Pintadita".
Un momento muy especial llegó y en las palabras de Tilín, el público pudo descubrir que una sorpresa estaba por llegar: “Es tan grato y digno de encontrar profesionales con una coherencia de vida, que te enseñen todos los días en esta suerte de andar” y presentó con orgullo a Teresa Parodi, quien subió al escenario y emocionada dijo: “Estoy enamoradísima de sus canciones, de su último disco y aquí estamos para caminar juntos”. Y ahicito nomás se lanzaron con “Caminito”. Toda la sala los ovacionó con aplausos. ¿Qué más se podía pedir? ¡Si, Celador de sueños! Y llegó de la mano de “El Marucho”.
Al despedir a Teresa Parodi entre aplausos, gritos, flores, agradecimientos, se avecinó la esperada cueca “No importa” y realmente en esa noche no importaba la suerte, los monstruos del lago, la rueda en el barro, no importaba que se quiebre el deseo, esa noche solo importaba estar presentes en ese show intimo que brindaron Orozco- Barrientos.
La noche estaba a punto de terminar, las manos dolían de tanto aplaudir y el pensado final con “El vampiro chupador” no pudo lograrse. La ovación del público era tal que tuvieron que volver al escenario y cantar “El Serenatero”.
Y así finalizó otra luna en los preciados jueves, con el alma saltando y pensando en que Orozco- Barrientos son como ellos mismos cantan, un camino en el desierto, un oasis al cual acudir en busca de agua, de energía, de esperanza.